Quien más o quien menos durante estos días tendrá que localizar un regalo de no más de 10 euros para hacer el ya clásico y navideño “amigo invisible”.
Me parece un concepto lo suficientemente extendido como para que pueda tener cierta relevancia a nivel comunicación.
Durante el resto del año, las empresas se empeñan en comunicarnos que nosotros somos “algo más clientes”, somos amigos, compañeros, vips, etc. Quizá sería bueno preguntarse si lo que somos realmente es una especie de “cliente invisible” al que tratan de captar obsequiando con regalos (u ofertas) tan poco afortunados como los que se hacen los amigos invisibles.
A nivel creativo, sería una buena oportunidad y de una repercusión interesante ¿No pensáis lo mismo?
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